La Buena Parte del Día - Romanos 8:26

En ocasiones no sabemos si estamos orando correctamente, y es algo que nos puede suceder. El Apóstol Pablo reconoció que a veces no sabía pedir como convenía. Pero hay algo fantástico en nuestra comunión con Dios que se nos olvida que fue dado como ayudador en nuestra comunicación con nuestro Padre celestial, y es el Espíritu Santo, ese canal que pone nuestras necesidades delante del Padre.
Su ayuda radica en que al conocer la voluntad del Padre nos la revela para que de acuerdo a ella sepamos tomar la decisión correcta y nuestras peticiones lleguen de la manera en que Dios quiere. "...el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros..." (Rom 8: 26).
El Espíritu Santo no solo es nuestro consolador, también es nuestro ayudador en las limitaciones que tenemos, su intercesión es alinear nuestra oración a la voluntad del Padre. El no elimina nuestra condición débil, sino que nos ayuda, nos fortalece y nos guía para que al final todas las cosas nos ayuden para bien (Rom 8:29). Por tal razón es nuestro compromiso individual, si queremos propósitos claros en nuestra vida, no dejar apagar el fuego del Espíritu en nosotros (1 Tes.5:19), porque sin su ayuda estaremos completamente perdidos. Antes debemos avivar el fuego del don de Dios que ha sido puesto en nosotros cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón (Fuego del Espíritu de Dios que habita ahora en nosotros)_(2 Timoteo 1:6), de esta manera caminaremos guiados por el Espíritu como verdaderos hijos suyos. (Rom. 8:14).
Tengamos libertad en la oración, porque confiadamente podemos pedir al Espíritu Santo que interceda por nosotros cuando dudamos a cerca de lo que pedimos, y nos revele la voluntad del Padre para recibir lo que realmente es mejor para nosotros.
Oración.
Gracias Señor por nuestro maravilloso ayudador y consolador, tu Espíritu Santo, que hace que nuestra comunión contigo sea plenamente alineada a tu voluntad.